domingo, 15 de agosto de 2010

Enrique Vila-Matas


Intertextualidad y metaliteratura
(Alocución en Monterrey)

Puede parecer paradójico, pero he buscado siempre mi originalidad de escritor en la asimilación de otras voces. Las ideas o frases adquieren otro sentido al ser glosadas, levemente retocadas, situadas en un contexto insólito.

“Me llamo Erik Satie, como todo mundo”.


Juan Villoro dice que esta frase del compositor francés resume mi noción de personalidad: “Ser Satie es ser irrepetible, esto es, encontrar un modo propio de disolverse hacia el triunfal anonimato, donde lo único es propiedad de todos”.

Las palabras de Villoro me transportan por un instante al mundo de un libro de ensayos de Juan García Ponce, La errancia sin fin, donde este crucial autor mexicano enuncia su concepto de la literatura como discurso polivalente en el cual los autores se funden y se pierden en el espacio anónimo de la literatura. Ya en su propia obra, desde el principio, García Ponce empleó la intertextualidad para crear homenajes a sus autores favoritos y de esa forma fundir su literatura con la de ellos.

De hecho, en los orígenes de todo lo que escribo está el método que podríamos llamar de Laurence Sterne que, cuando hablaba de cerrar la puerta de mi estudio quería decir alejarme de aquellos autores a los que en mi biblioteca suelo plagiar. Hay un famoso fragmento de Sterne donde se lee una tremenda embestida contra los autores poco originales y plagiarios y se habla de un propósito de enmienda por parte del propio Sterne, que dice que no va a copiar más. Lo genial de ese fragmento con propósito de enmienda es que a su vez está plagiado de Anatomía de la Melancolía, de Richard Burton, concretamente del prefacio titulado Democritus Junior to the Reader. Señala Javier Marías en sus notas a la traducción española de Tristram Shandy que lo que él ha llamado, quizá un tanto temerariamente plagios de Sterne son más bien adaptaciones (a menudo enriquecidas) de textos que él admiraba o por los que se sentía influido. Y si se compara la recreación de estos textos con los textos mismos, se comprobará que a Sterne no puede acusársele de plagiario, sino que más bien hay que reconocerle un inusitado talento para parafrasear. Por otra parte, conviene también indicar que Sterne, al menos cuando “tomaba prestado” de sus favoritos (Cervantes, Rabelais, Montaigne y Burton) confiaba justificadamente en que el lector culto reconocería las fuentes: es decir, en ningún momento trataba de ocultar la procedencia de semejantes pasajes, sino más bien al contrario: procuraba dar las pistas.

No nos engañemos: escribimos siempre después de otros. En mi caso, a esa operación de ideas y frases de otros que adquieren otro sentido al ser retocadas levemente, hay que añadir una operación paralela y casi idéntica: la invasión en mis textos de citas literarias totalmente inventadas, que se mezclan con las verdaderas. ¿Y por qué, dios mío, hago eso? Creo que en el fondo, detrás de ese método, hay un intento de modificar ligeramente el estilo, tal vez porque hace ya tiempo que pienso que en novela todo es cuestión de estilo.

Aunque muchos aún no se han enterado, la novela dejó, hace ya más de un siglo, de tener la misión que tuvo en la época de Balzac, Galdós o Flaubert. Su papel documental, e incluso el psicológico, han terminado. “¿Y entonces que le queda a la novela?”, preguntaba Louis Ferdinand Céline. “Pues no le queda gran cosa –decía-, le queda el estilo (...) Ese estilo está hecho a partir de una cierta forma de forzar las frases a salir ligeramente de su significado habitual, de sacarlas de sus goznes, para decirlo de alguna manera, y forzar así al lector a que desplace también su sentido. ¡Pero muy ligeramente! Porque en todo esto, si lo haces demasiado pesado, cometes un error, es el error, ¿no es así? Entonces eso requiere grandes dosis de distancia, de sensibilidad; es muy difícil de hacer, porque hay que dar vueltas alrededor. ¿Alrededor de qué? Alrededor de la emoción”.

Algunas de mis citas inventadas han hecho extraña fortuna y larga carrera y confirman que en la literatura unos escribimos siempre después de otros. Y así se da el caso, por ejemplo, de que se atribuye cada día más a Marguerite Duras una frase que no ha sido nunca de ella: “Escribir es intentar saber qué escribiríamos si escribiéramos”. Lo que realmente dijo es algo distinto y tal vez más embrollado: “Escribir es intentar saber qué escribiríamos si escribiésemos –sólo lo sabemos después- antes”.

Hablaba ella de si escribiésemos antes. El equivoco se originó cuando, al ir a citar la frase por primera vez, me cansó la idea de tener que copiarla idéntica y, además, descubrí que me llevaba obstinadamente a una frase nueva, mía. Así que no pude evitarlo y decidí cambiarla. Lo que no esperaba era que aquel cambio llegara a calar tan hondo, pues últimamente la frase falsa se me aparece hasta en la sopa, la citan por todas partes.

Otro caso parecido al de Duras lo he tenido con Franz Kafka. En cierta ocasión, se me ocurrió citar unas palabras de su Diario: “Alemania ha declarado la guerra a Rusia. Por la tarde, fui a nadar (2 de agosto de 1914)”. La trascripción literal de lo que dijo Kafka habría sido ésta: “Alemania ha declarado la guerra a Rusia. Por la tarde, Escuela de Natación”. Pero la frase que tuvo fortuna fue la primera, que en cierta forma yo comencé a sentir como mía. Y más cuando ante mi asombro comencé a leerla por todas partes, e incluso se la oí decir al actor Gabino Diego –a modo de declaración amorosa a Ariadna Gil- en una comedia cinematográfica de David Trueba; la gente en el cine se reía a mandíbula batiente, lo que me molestó un poco porque a esas alturas yo consideraba ya muy mía la frase y no pensaba que fuera para reír tanto. Y, además, qué diablos: ¡la frase era mía!

Sí, es verdad. Escribimos siempre después de otros. Y a mí no me causa problema recordar frecuentemente esa evidencia. Es más, me gusta hacerlo, porque en mí anida un declarado deseo de no ser nunca únicamente yo mismo, sino también ser descaradamente los otros. Ya en uno de mis primeros libros, Recuerdos inventados, me dediqué a robar o a inventar los recuerdos de los otros para poder tener una personalidad propia.

Al igual que Antonio Tabucchi, dudo, por ejemplo, de la existencia de Borges y pienso que el rechazo de éste a una identidad personal (su afán de no ser Nadie) nunca fue tan sólo una actitud existencial llena de ironía, sino más bien el tema central de su obra. En su relato La forma de la espada, Borges, a través de su personaje John Vincent Moon, sostiene la siguiente convicción:

"Lo que hace un hombre es como si todos los hombres lo hicieran. Es por ello que no es injusto que una desobediencia en un jardín contamine a todo el género humano; como no es injusto que la crucifixión de un solo judío sea suficiente para salvarlo. Posiblemente Schopenhauer tiene razón: yo soy los otros, todo hombre es todos los hombres, Shakespeare es de algún modo el miserable John Vincent Moon".

Yo también soy ahora John Vincent Moon y digo que para Borges el escritor llamado Borges era un personaje que él mismo había creado y que, si nos sumamos a su paradoja, podemos decir que Borges, personaje de alguien llamado como él, no existió jamás, no existió más que en los libros. Eso lo dijo también Tabucchi y yo, por tanto, también soy Tabucchi que un día me dio un papel en el que estaba escrita esta frase de Borges que inmediatamente me apropié: “Yo soy los otros, todo hombre es todos los hombres”.

Así es que, cuando escribo, sin duda soy Tabucchi, Borges y John Vincent Moon y todos los hombres que han sido todos los hombres en este mundo. Aunque, eso sí, para no complicar ya más las cosas, me llamo únicamente Erik Satie. Como todo el mundo, por otra parte. O, si se prefiere, “me llamo Antonio Tabucchi como todo el mundo”.

Bien pensado, creo que mi inclusión de citas (falsas o no) insertadas en medio de mis textos debe mucho a la fascinación que provocaron en mi juventud las películas de Jean Luc Godard con toda esa parafernalia de citas insertadas en medio de sus historias, esas citas que detenían la acción como si fueran aquellos carteles que insertaban los diálogos en las películas de cine mudo... Me formé literariamente viendo el cine de vanguardia de los años 60. Y lo que vi en aquellas películas me pareció tan asombrosamente natural que para mí el cine siempre ha sido aquello que vi en esa época de innovaciones estilísticas sin fin. Yo me formé en la era de Godard. Eso es algo que debería advertirse en la faja de mis libros a todo aquel que comprara uno de ellos.


Así como Godard decía que quería hacer películas de ficción que fueran como documentales y documentales que fueran como películas de ficción, yo he escrito –o pretendido escribir- narraciones autobiograficas que son como ensayos y ensayos que son como narraciones. Y tanto en unas como en otras he insertado mis citas. Decía Susan Sontag en el prólogo del admirable –hoy bastante extraviado- libro Vudú Urbano de Edgardo Cozarinsky, un pionero y gran experto en incluir citas en sus relatos: “Su derroche de citas en forma de epígrafes me hace pensar en aquellos films de Godard que estaban sembrados de citas. En el sentido en que Godard, director cinéfilo, hacía sus films a partir de y sobre su enamoramiento con el cine, Cozarinsky ha hecho un libro a partir de y sobre su enamoramiento con ciertos libros”.

Me formé en la era de Godard. Lo que le había visto hacer a éste y a otros cineastas de los 60 lo asimilé con tanta naturalidad que después, cuando alguien me reprochaba, por ejemplo, la incorporación de citas a mis novelas, me quedaba asustado de la ignorancia del que reprochaba aquello en el fondo tan normal para mí. A fin de cuentas, poner una cita –como bien sabía Sterne y yo sabía ya entonces- es como lanzar una bengala de aviso y requerir cómplices. Me sorprendía encontrar tarugos que veían con malos ojos lo que yo siempre había visto con mi mejor mirada: esas líneas ajenas que uno incluye con uno u otro, o ningun propósito, en el texto propio.


Pienso con Fernando Savater que las personas que no comprenden el encanto de las citas suelen ser las mismas que no entienden lo justo, equitativo y necesario de la originalidad. Porque donde se puede y se debe ser verdaderamente original es al citar. Por eso algunos de los escritores más auténticamente originales del siglo pasado, como Walter Benjamin o Norman O. Brown, se propusieron (y el segundo llevó en Love´s Body su proyecto a cabo) libros que no estuvieran compuestos más que de citas, es decir, que fuesen realmente originales...

Y también creo con Savater que los maniáticos anticitas están abocados a los destinos menos deseables para un escritor: el casticismo y la ocurrencia, es decir, las dos peores variantes del tópico: “Citar es respirar literatura para no ahogarse entre los tópicos castizos y ocurrentes que se le vienen a uno a la pluma cuando nos empeñamos en esa vulgaridad suprema de no deberle nada a nadie. En el fondo, quien no cita no hace más que repetir pero sin saberlo ni elegirlo...”.

Salvando todas las insalvables distancias, ese método que tanto he utilizado yo de ampliación de sentidos a través de las citas tiene puntos en común con aquel procedimiento que inventara mi admirado Raymond Roussel y que explicó en Cómo escribí algunos libros míos:
“Desde muy joven escribía relatos breves sirviéndome de este procedimiento.

Escogía dos palabras casi semejantes (al modo de los metagramas). Por ejemplo, billard (billar) y pillard (saqueador, bandido). A continuación, añadía palabras idénticas, pero tomadas en sentidos diferentes, y obtenía con ello frases casi idénticas...”.

Remito al lector a ese texto de Raymond Roussel, donde su procedimiento se revela como una máquina infinita de producción de literatura y de caleidoscópica creación de sentidos diferentes.

Esa maquinaria de sentidos diferentes supo ya intuirla y sugerirla Roland Barthes cuando en su libro Sade, Fourier, Loyola nos dice que en realidad hoy no existe ningún espacio lingüístico ajeno a la ideología burguesa: nuestro lenguaje proviene de ella, vuelve a ella, en ella queda encerrado. La única reacción posible no es el desafío ni la destrucción sino, solamente, el robo: fragmentar el antiguo texto de la cultura, de la ciencia, de la literatura, y diseminar sus rasgos según fórmulas irreconciliables, del mismo modo en que se maquilla una mercadería robada.

En las palabras de Barthes escucho el eco de unas de Montaigne: “Con tantas cosas que tomar prestadas, me siento feliz si puedo robar algo, modificarlo y disfrazarlo para un nuevo fin”.

Siempre he querido levantar en mi obra una poética de la simulación, a modo tal vez de homenaje de los llamados simuladores de Praga (versteller, en yiddish), aquellos hombres que en los cines de esa ciudad fascinaban tanto a Kafka cuando, en los primeros tiempos del cinematógrafo, actuaban de expertos narradores o recitadores y no sólo añadían caprichosamente texto a la película, sino que venían a ser unos actores más del espectáculo que se veía en la pantalla.

Siempre he querido levantar una poética de la simulación y por otra parte siempre me he sentido fascinado por las tramas no convencionales.

De eso creo que habla mi texto Café Perec.



*Enrique Vila-Matas.
Texto no publicado en libro.

quarta-feira, 11 de agosto de 2010

Alguns inícios são assim

Antes de iniciar este livro, imaginei
construí-lo pela divisão do trabalho.
Algum tempo hesitei se devia abrir
estas memórias pelo princípio.
Esta história começa numa noite
de março tão escura...

O céu tão azul lá fora,
e aquele mal-estar aqui dentro.
Os olhos no teto, a nudez dentro do quarto;
Vais encontrar o mundo, disse-me meu pai...
O mal foi ter eu medido o meu
avanço sobre o cabresto.

João está na minha frente. Pálido.
Pergunta se não quero fazer
café. Nonada. Tiros que o senhor
ouviu ergo sum, aliás, Ego
sum Renatus Cartesius,

cá perdido.
Verdes mares bravios de minha
terra natal. Trilha sonora
ao fundo: a entrada do sertão.




Ana C., Caio F, Clarice Lispector, Euclides da Cunha, Graciliano Ramos, Guimarães Rosa, José de Alencar, João Gilberto Noll, Machado de Assis, Oswald de Andrade, Paulo Leminski, Raduan Nassar e Raul Pompéia.

sábado, 27 de março de 2010

sexta-feira, 26 de março de 2010

Memória e Cinza

Em um momento em que o Brasil reivindica um papel protagônico na política e nas instituições internacionais que corresponda ao seu justo lugar no concerto das nações e a sua crescente relevância nas relações dos países dos vários continentes com este país-continente, e que, para tanto, se propõe a dialogar com todas elas, inclusive com aquelas que se opõem frontalmente à sua índole democrática no plano político, religioso e étnico, parece mais do que oportuno indagar o que pensa o mundo intelectual brasileiro de temas e chagas que estão na ordem do dia e obsedam os espíritos, ainda hoje, decorridos sessenta anos da Segunda Guerra Mundial, como é o Holocausto – o extermínio de milhões de seres humanos pela fúria assassina do nazifascismo। Esta é a atualidade do simpósio que Edelyn Schweidson organizou no Rio de Janeiro e que agora a editora Perspectiva publica sob o título de Memória e Cinzas। Não será exagero dizer que a palavra e o debate de professores, escritores, jornalistas e psicanalistas como Sergio Paulo Rouanet, Márcio Seligmann-Silva, Fabio Landa, Renato Lessa, Paulo Blank, Marylink Kupferberg, Eduardo Vidal, refletem a reação de uma camada formadora de opinião em nosso contexto, diante desses horrendos episódios que, como em tantas outras carnificinas assinaladas na história, marcaram a supostamente adiantadíssima, humaníssima e inteligentíssima era contemporânea. Ainda que não haja nenhuma pretensão de refletir uma unanimidade, e já dizia o velho sábio que toda unanimidade é burra, as análises aqui presentes sugerem, antes de mais nada, “que os filhotes infernais, pit bulls de um novo Holocausto, já deram início à sua temporada de caça”, como tão brilhantemente lembrou Sergio Paulo Rouanet. Mais que uma advertência, o que o leitor encontrará aqui serão as malhas finas de percepções que vão ao vivo dos fatos, dos processos e da memória do que foi a Schoá. Os oradores-ensaístas não se debruçam apenas, ao modo de Jó, sobre este passado inenarrável, mas atentam para o que permaneceu incandescente, sob as cinzas da insanidade devastadora em que seres humanos enjaularam, classificaram e exterminaram seus semelhantes, com a fúria fria de que nenhum animal seria capaz. Este é o percurso que vai das memórias às cinzas nestes textos em que, queremos crer, a voz do povo e, sem dúvida, do espírito brasileiros se fazem ouvir neste livro de levantamento, advertência e protesto.

segunda-feira, 22 de março de 2010

Cabral


domingo, 21 de março de 2010

Senhas concretas














Poetas provençais, John Cage, Tropicália, Tetê Espínola, Titãs, Adriana Calcanhoto... Os poetas paulistas sempre assumiram a porção musical do Concretismo. De Augusto e Cid Campos, a cantora Adriana Calcanhoto musicou no seu cd Maré (2008) o seguinte poema:

Sem saída

a estrada é muito comprida
o caminho é sem saída
curvas enganam o olhar
não posso ir mais adiante
não posso voltar atrás
levei toda a minha vida
nunca saí do lugar
.
.
- contra a organização sintática perspectivista, onde as palavras vêm sentar-se como "cadáveres em banquete", a poesia concreta opõe um novo sentido de estrutura, capaz de, no momento histórico, captar, sem desgaste ou regressão, o cerne da experiência humana poetizável.
.
(poesia concreta: um manifesto publicado originalmente na revista ad - arquitetura e decoração, são paulo, novembro/dezembro de 1956, n° 20)

sábado, 20 de março de 2010

UniRio


sexta-feira, 19 de março de 2010

teorias


quarta-feira, 17 de março de 2010

Rio


terça-feira, 16 de março de 2010

Livros

No site abaixo é possível fazer download de livros, basta fazer um cadastro.


http://www.culturaacademica.com.br/

domingo, 14 de março de 2010

Sobre o Amor e suas moradas

Aluisio Barros


A morada do Amor mudou-se
desta e daquela outra esquina,
anuncia-me um Anjo de rosto disforme,
mas com uma auréola incandescente,
marcando-lhe os volteios na neblina.

(Inútil procurá-lo em Berlim ou na Faixa de Gaza,
Belíndia, Budapesticida ou Madagascárie
ou ainda no diabo e que teu coração se parta,
grita uma voz sem rosto, sem sinal algum).

Da profecia das cem noites insones,
tantas vezes anunciada pela minha mãe,
livrai-me, meu Jesus Cristinho,
com suas chagas e cravos ainda cravados
pelos pecados que não me deixam
e pelos desejos que os meus olhos
vão arrastando atrás de mim,
mal o recinto da rua adentro,
para encontrar Amor nenhum.

- Em certos tempos, a solidão é farinha barata!

sexta-feira, 12 de março de 2010

Lançamento de livro


Clique no flyer para ampliar a leitura

sábado, 6 de março de 2010

Prosa Brasileira


sexta-feira, 26 de fevereiro de 2010

UFRRJ em construção

Fotos do novo Campus da UFRRJ em Nova Iguaçu, onde as aulas iniciam em 05 de Abril, 2010.

domingo, 21 de fevereiro de 2010

Lutero

Bruno Gervásio Branci

No mundo pós-moderno percebemos várias vertentes do cristianismo. Com exceção da Igreja Ortodoxa, todas essas vertentes sofreram influências ideológica de maneira direta ou indireta de Martin Lutero. Ele é até hoje um personagem polêmico, por vezes tratado como anjo destinado por Deus.

Devemos ele a livre interpretação dos textos sagrados, graças a tradução da Bíblia na língua alemã. As suas teses obrigaram a Igreja a se reformular e combater muitos desvios de conduta que denegriam a imagem de Igreja de Roma.

Suas teses serviram de inspiração aos Calvinistas que pregavam além da fé, o enriquecimento como sinal de graça divina. Essa doutrina serviu de base ética, religiosa e moral, que justificou e consolidou o capitalismo como sistema econômico.

Percebemos que as conseqüências das teses de Lutero estão presentes no nosso dia a dia. Suas idéias alteraram o curso da história, provocando uma mudança de mentalidade e servindo de justificativa ideológica a crescente classe mercantil. Ignorar Lutero é como não perceber um furacão que consegui mudar até certos ritos católicos, mais ainda mudou a forma do homem se ver no mundo e sua relação com o divino.

quinta-feira, 28 de janeiro de 2010

A medicina genética brasileira faz gol

Vale a pena ler a ação afirmativa anunciada no seguinte e-mail,
enviado pela querida amiga Vânia Andrade.



VACINA ANTI-CÂNCER

Boas notícias são para partilhar.
Já existe vacina anti-câncer (pele e rins),
Uma vacina para estes dois tipos de câncer.
Ela foi desenvolvida por cientistas médicos brasileiros,
e mostrou-se eficaz, tanto no estágio inicial
como em fase mais avançada.

A vacina é fabricada em laboratório
Utilizando-se um pequeno pedaço do tumor do próprio paciente. Em 30 dias fica pronta, e é remetidapara o médico oncologista do paciente

Nome do médico que desenvolveu a vacina:José Alexandre BarbutoHospital Sírio Libanês - Grupo Genoma.Telefone do Laboratório: 0800-7737327 –
(falar com Dra. Ana CarolinaouDra. Karyn, para maiores detalhes)
www.vacinacontraocancer.com.br[1]

segunda-feira, 18 de janeiro de 2010

“O caso Lutero”

Márcio Rodrigo

Teoria e Prática do Texto III


O Protestantismo foi uma demonstração clara da possibilidade e da confiança na mudança. Ao iniciar seu movimento, Lutero não estava apenas tornando claras suas ideias acerca da fé, mas desafiando todo um sistema altamente estruturado, colocando em risco a sua própria vida.

Podemos retirar dessa experiência uma faísca do espírito de Modernidade, onde o novo é construído sobre os escombros do antigo. A Reforma seria esse novo. Seria construída sobre as ruínas do controle, daquilo que se lia e se interpretava “de cima para baixo”.

É altamente inspiradora e estimulante esta atitude. Nos leva a não nos conformarmos com aquilo que nos é dado pronto. Nos desafia a questionar, a querer fazer parte e construir nosso próprio saber.

Estaremos dispostos, porém, a pagar o preço por desafiarmos as convenções e instituições ao questioná-las? Certamente este trabalho não será um “mar-de-rosas”, mas nos dará o prazer de irmos a lugares nunca antes imaginados.

domingo, 17 de janeiro de 2010

Lutero e a Reforma

Hanã Moreira de Figueiredo
Teoria e Produção do Texto II

A reforma Luterana não apenas impactou espiritualmente, mas também socialmente toda uma época.

Com o advento do Estado Moderno – absolutista – como patrocinador de uma elite burguesa em franca ascensão, o Luteranismo conseguiu proliferar apoiado em forças que almejavam um novo ordenamento da realidade. Eram inícios de um novo tempo.

Contemporâneo ao movimento Renascentista, o Luteranismo não apenas combateu dogmas, também foi responsável pela reestruturação da idéia de divino – e porque não dizer, do “vínculo entre religião e esperança”.

Como um homem de sua época e um produto do seu tempo, Lutero não conseguiu esquivar-se totalmente de seus preconceitos, sobretudo na parte final de sua vida. Ainda assim, foi o autor e pensador que representou um marco, uma verdadeira “fogueira” de mudança em toda a narrativa histórica.

domingo, 10 de janeiro de 2010

Teoria e Produção do Texto I

O destruidor fogo do saber
Vinícius Pena e Silva

.
Em “A música das esferas” (Revista Esfinge, pag. 44) fala-se na presença da harmonia da música em todas as formas do universo. Para alguns pensadores, a música possuiria uma forma organizada e equilibrada. O universo seria exatamente a mesma coisa que a música, ou ainda, seria composto por ela, originando-se daí a idéia de um universo harmônico.

Assim como o universo, tudo o que nele se encontra respeitaria a mesma norma. Os animais, as plantas, a natureza, tudo. Tudo seria harmônico e naturalmente equilibrado.

Fazendo parte, o homem, do universo, este também seria harmônico em sua natureza. Mas, como diz o mito de Prometeu e Epitemeteu, o homem recebeu sabedoria e fogo para que possuísse dons tão harmônicos quanto dos demais animais e assim não ser diferente e não quebrar a harmonia da natureza.

No entanto, o homem tornou-se diferente de todos os outros seres, exatamente pelos dons que recebeu. O homem passou a possuir a mesma capacidade dos deuses, ou seja, a criar e destruir a harmonia do universo com seu fogo e seu saber.

Provavelmente, o homem, ainda hoje, destrói mais do que é capaz de construir, no que diz respeito à harmonia. Porém talvez isso seja um reflexo da necessidade do homem de trabalhar sua própria harmonia interior. O homem precisa compor a musica que o compõe, para que ele tenha o poder de harmonizar o mundo.

quinta-feira, 7 de janeiro de 2010

Decálogo do Resenhista

Refém da vida social literária, a resenha precisa ser resgatada da mediocridade.

NELSON DE OLIVEIRA
Escritor


A resenha está para a crítica literária assim como o haikai e o soneto estão para a poesia : é uma miniatura analítica. Porém, apesar de ser uma das formas fixas mais interessantes da indústria cultural, a arte da resenha está em perigo. Se o assunto é a análise literária, muitos pingos precisam urgentemente ser postos nos respectivos is. Desmerecida pela tradição universitária, a resenha, filha legítima do já falecido rodapé, nos últimos anos deixou-se corromper. Perdeu a garra e as garras, emburreceu, vivo objeto de propaganda e barganha:
“Você fala bem do meu livro, que eu falo bem do teu.” Resenha não é afago, não é bordoada não é anúncio publicitário. Atualmente refém da vida social literária e da massificação das revistas e dos cadernos culturais, a arte da resenha precisa ser resgatada. Por quê? Por nenhuma razão prática. Simplismente porque há bastante nobreza em se cultiva as coisas belas e inúteis, como a própria arte literária.


1. Leia o livro todo.

Não, esse imperativo não é piada. Apesar de ser o fundamento de toda resenha, ele muitas vezes é completamente ignorado. A pressa da imprensa e a baixa remuneração fazem com que muitos resenhistas apenas sobrevoem, apenas cheirem os livros. Mas, baseados em evidências claras presentes na resenha, todo autor analisado e todo leitor atento que conheça a obra resenhada saberá quando o resenhista não leu o livro de cabo a rabo. Razão pela qual o resenhista deve organizar seu comentário crítico de maneira que nele apareçam sinais inequívocos e marcas precisas, às vezes sutis, de que o livro foi integralmente lido.

2. Não resenhe o livro dos amigos .

O vínculo afetivo sempre compromete a análise literária e, via de regra, o resenhista tende a ser mais condescendente com o livro dos amigos. Na comunidade humana a imparcialidade e a independência completas não existem, a final todo resenhista é motivado por forças conscientes mas também, e em maior grau, por impulsos inconscientes. Não é incomum o caso do resenhista que também publica livros e, para manter as boas relações com o editor sempre favorece os lançamentos da sua editora. Quanto mais distante o resenhista ficar do livro dos parentes, dos amigos e dos colegas de trabalho, mais legítima será sua resenha.

3. Não resenhe o livro dos desafetos.
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O vínculo afetivo sempre compromete a análise literária e, via de regra, o resenhista tende a ser mais vingativo com o livro dos desafetos. A resenha não deve ser usada como punhal de desforra ou como forma de bajular os desafetos dos desafetos do resenhista.

4. Compreenda toda a cadeia evolutiva.

Ao resenhar o último romance ou a última coletânea de contos de determinado autor, é imprescindível conhecer as obras publicadas anteriormente por esse autor. Se a resenha se restringir apenas ao último lançamento, sem levar em conta toda a cadeia na qual o novo livro está inserido, dificilmente cumprirá sua função.

5. Colete o maior número possível de informações sobre o livro.

E também sobre o autor, é claro. Depois de ler o livro pela primeira vez e antes de iniciar a segunda leitura, procure tudo o que de relevante já foi publicado sobre a obra e seu autor. Procure conhecer o terreno no qual pretende pisar. Se o livro em questão for uma tradução, colha informações também sobre o tradutor. Diante do esforço necessário para cumprir esse imperativo, ideal é que o resenhista evite, numa única resenha, debruçar-se sobre a obra de mais de um autor.

6. Diga algo novo.

Mas só tente inventar a roda ou descobrir o fogo depois de verificar se o roda já não foi inventada e se o fogo já não foi descoberto. Não repita o que já foi dito em outras resenhas. Resenha crítica não é press release nem coleção de aspas. Um dos piores vícios de quem escreve sobre livros é transformar o texto num apanhado de comentários feitos por outros resenhistas, por críticos acadêmicos ou pelo próprio autor da obra analisada.

7. Só resenhe uma tradução cotejando-a com o original.

As edições brasileiras de livros estrangeiros apresentam três desafios para o resenhista: a obra original (sua importância e seus problemas intrínsecos), a nova obra em português (o talento ou a falta de talento do tradutor) e a relação do texto em português, com o texto original. A resenha não deveria ter apenas ao segundo desafio (a nova obra em português tampouco fazer de conta que a tradução e a obra original são a mesma coisa. Não são porque foram produzidas por culturas diferentes e isso deve ser levado em consideração).

8. Não ignore aspectos materiais do livro.
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O formato do livro, a capa, o projeto gráfico, o papel, a encadernação, as famílias tipográficas, as fotos e as ilustrações (quando houver) e a maneira como tudo se relaciona com a matéria literária, reforçando-a ou prejudicando também deve ser considerada na resenha।

9. Seja rigoroso com a forma

Evite a concisão e a economia própria das notas e dos aforismos. Evite o confessionalismo e o derramamento próprio da crônica. Evite a digressão e os desvios próprios do ensaio. A resenha, como o conto, é o texto que manda de cinco a vinte minutos de leitura. Nem mais nem menos.

10. Siga o seu instinto.

Não acredite na objetividade científica. Desconfie dos métodos de análise que prometem revelar, de maneira exata, a verdade absoluta e irrefutável de determinada obra. Toda resenha é um gesto político, razão pela qual não existe resenhista imparcial e independente, preocupado apenas com o bem comum. Os resenhistas não são querubins, são mamíferos com desejos e temores. A objetividade científica não passa de ficção, mas ela ainda é a melhor ferramenta que temos contra a barbárie. O raciocínio lógico é a fundação que mantém de pé a nossa civilização. Mesmo assim, cuidado com seus truques e suas artimanhas.